LA SOCIEDAD DEL RIESGO
En 1986 se introduce y populariza una nueva, la noción de “sociedad del riesgo” expuesta por el sociólogo alemán Ulric Beck.
La “sociedad del riesgo” refiere: “una doble experiencia en la sociedad industrializada contemporánea: la posibilidad mayor de que se produzcan daños que afecten a una buena parte de la humanidad. Tanto como catástrofes inmediatas como aquellas que se generan de forma gradual y paulatina. Por otra parte alude a decisiones arriesgadas dentro de la conducta cotidiana”.
La primera década del siglo XXI, demuestra que la definición de Beck, es muy acertada, cada vez más la incertidumbre asociada a los riesgos del des- pliegue tecnocientífico son mayores, ya que los efectos de estos desarrollos se tornan impredecibles para los hombres. Lo que en un contexto puede ser beneficioso se trueca en otro espacio en una nueva posibilidad de riesgo.
Empero las desigualdades sociales existentes a lo interno de estos países y de la región latinoamericana en su conjunto, son expresión de la extrema polariza- ción de las riquezas, de un proceso creciente y sostenido de expoliación de los recursos naturales de los países dependientes que tiene su origen en la explotación colonial y de la aplicación de políticas neoliberales orientadas al “desajuste estructural”, todos estos elementos se erigen en algunas de las causas esenciales de las abismales diferencias registradas en las consecuencias de un mismo tipo de evento natural.
La sociedad que se desarrolla en este siglo está inexorablemente marca- da por el riesgo constante en todas las esferas de la vida social, lo que es consecuencia directa de las formas de producción, difusión, transmisión y aplicación del conocimiento científico tecnológico. Este se torna realmente incontrolable en muchas esferas de aplicación dado que las causas y efectos que producen no son lineales, sino profundamente complejas.
1. Aproximación a la noción de riesgo
Desde nuestra percepción complementan la noción las relaciones entre riesgos e incertidumbre y ética y riesgos. El tratamiento de la incertidumbre tiene un papel fundamental en las ciencias sociales contemporáneas, tomando en cuenta que su comprensión es más compleja que las connotaciones catastrofistas en el sentido ecológico, como afirma Francoise Houtart: “El concepto de incertidumbre va más allá. Implica que el contexto está en cambio permanente, no previsible, con muchos avatares…”
La relación riesgo –incertidumbre– ética nos sitúa de plano ante dos dile- más fundamentales: el de las condicionantes naturales de existencia de la sociedad, impactadas desde hace siglos por la tecnología, expresión de la racionalidad instrumental signada por la modernidad y por la constante gene- ración de abismos sociales y polarización que nace con la acumulación originaria capitalista y se profundiza en las actuales condiciones del imperio global.
Es en esencia la idea que nace del llamado a conformar un “nuevo contrato social de la ciencia”, asimilada en casi todos los foros académicos, pero limitada aún en la gestión política y pública.
Por ello asumimos el criterio de Beck de que el riesgo es “el potencial para la materialización de consecuencias, no deseadas, adversas para la vida humana, la salud, la propiedad y el medio ambiente”.
En “ciencia y políticas del riesgo”, López y Luján, reconocen además la naturaleza social del riesgo a partir de considerar las siguientes características de su conceptualización:
Ø Es un concepto tanto normativo como descriptivo.
Ø Hace referencia a un futuro calculable y deriva por tanto la toma de decisiones.
Ø Generación potencial de resultados no deseados.
Ø Evidencia la necesidad de seguridad y control de la sociedad.
Por la significación social que esta temática tiene en 1996, se publica un informe en el que se aportan algunos principios para su caracterización:
Ø Debe ser una actividad guiada por decisiones y encaminada hacia la elección informada y la resolución de problemas. Se destaca que no basta la popularización de la información que aporte el científico una vez evaluado el riesgo, sino la activa participación de todos los implicados, es decir, públicos y expertos.
Ø Requiere dar cuenta de una amplia comprensión de las pérdidas, daños y consecuencias para los agentes implicados.
Ø Es el resultado de un proceso evaluativo deliberativo.
Ø Debe incluir una atención temprana y explícita a la formulación del problema.
Ø El proceso evaluativo deliberativo debe ser recíproco y recursivo. Es decir estos procesos se encadenan, complementan y retroalimentan mutuamente a lo largo de todo el proceso.
ENFOQUES DE RIESGOS EN EL ANÁLISIS ACADÉMICO
El análisis académico en la consideración del riesgo es prolífero, toma como punto de partida diferentes perspectivas, aporta modelos para la ges- tión y consolida la visión social de la ciencia al articularla a su función práctica para resolver problemas y aportar decisiones en condiciones de mayor o menor incertidumbre.
La literatura consultada reconoce tres enfoques básicos de riesgo: el técnico, el psicológico y el sociocultural, cada uno de ellos apunta hacia una arista del problema. El lado objetivo, captado a través de las magnitudes o proporciones del daño previsto, el lado subjetivo interdependiente de características psicológicas de los individuos, las que evidentemente varían de unos a otros y los nexos con lo contextual que está articulando lo anterior.
El enfoque técnico se relaciona con el dominio y conocimiento que un determinado evento pueda producir, de ahí que las valoraciones que en torno a él se suscitan, están más orientadas a la visualización del daño y el coste económico social que origina. Los enfoques psicológicos y sociológicos se enraízan más en la percepción subjetiva, en la vida cotidiana de los sujetos y muy en especial en las construcciones culturales que los sujetos tienen y recrean, como expresión de elementos identitarios y de su práctica productiva cotidiana.
Es evidente que el enfoque sociocultural integra el conjunto de los facto- res técnicos y determina las circunstancias volitivas, emotivas y cognoscitivas de los sujetos. Pero su orientación fundamental conduce a comprender los nexos público-ciencia y los dilemas éticos que los riesgos generan.
1. Tipificación de la ciencia en la sociedad del riesgo.
La ciencia académica se produce en ambiente de consenso, sobre la base de paradigmas bien establecidos y con una baja incertidumbre.
La ciencia reguladora está sometida a limitaciones temporales, a la rapidez con que deben darse las respuestas lo que atenta contra la posibilidad de alcanzar el consenso , mientras los científicos están sometidos a decisiones de alto nivel de incertidumbre y presión de grupos, élites y públicos en general, que esperan una decisión acertada, rápida y precisa.
La relación ciencia-incertidumbre ha generado una distinción entre “ciencia normal”, el “asesoramiento profesional” y “ciencia pos normal”. Las que están condicionadas por las implicaciones de la toma de decisiones y los valores que se encuentran en disputa.
ÉTICA EN LA SOCIEDAD DEL RIESGO. A MANERA DE CONCLUSIÓN
El reconocimiento de los riesgos tiene un marcado sentido valorativo y ético lo que constituye un aspecto fundamental en la confirmación de la necesidad de una nueva imagen de las relaciones CTS, y de la comprensión de la ciencia y la tecnología como procesos sociales. Estos procesos no pueden ser solamente comprendidos mediante la previsión y evaluación técnica del comportamiento de los sistemas científico–tecnológicos, sino desde posiciones de responsabilidad definidas (Wynne, Brian, 1995; Bechmann, 1995). El reconocimiento de los riesgos parte de una percepción determinada de todos los impactos y consecuencias de las tecnologías.
Los riesgos se manifiestan como disminución de la seguridad natural, cultural, social, y del conocimiento real sobre el funcionamiento técnico de los sistemas. Su percepción se modela en virtud de las imágenes, valores, nociones e intereses que se sostienen en la vida cotidiana, en la actividad económica y sociopolítica y los que se asimilan en los procesos educativos, culturales y de comunicación, por ello la dimensión ética, comprendida como el análisis de normas, valores, ideologías e intereses sociales alcanza para su comprensión una especial significación.
La necesidad de universalizar los valores éticos en todas las dimensiones de la vida social, sitúa la responsabilidad de los actores que despliegan las prácticas científicas y tecnológicas en un lugar cimero y se opone de manera directa a aquellas acciones tecnocientíficas que constituyen inminentes amenazas para la vida, la integridad y la paz de los seres humanos y su entorno. Este es un imperativo en la sociedad del riesgo, por eso introducir –como expresa Núñez Jóver– “temas de claro interés ético como los del conocimiento al servicio del progreso, la ciencia al servicio de la paz, la ciencia al servicio del desarrollo y la ciencia en y para la sociedad”.
La responsabilidad profesional es el tipo más común de responsabilidad moral. (Ibarra y Olive, 2003: 278). El profesional no solo sigue los lineamientos que de forma normativa rigen la conducta al decidir qué hacer. Una conducta de tipo responsable en oposición a una conducta de riesgo, implica saber cuándo delegar, cuando integrarse, cuando utilizar al público no experto y cómo hacer valer los criterios de unos y otros en correspondencia con la magnitud de los riesgos y las implicaciones sociales que suponen.
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